domingo, 13 de julio de 2014

Tras la muerte del guardián con el que compartía la administración del monasterio zen, el gran maestro convocó a todos los discípulos con la intención de escoger un sustituto para esta tarea tan importante.
"Voy a plantearos un problema -les dijo a todos-. Aquel que lo resuelva antes, será el nuevo guardián del templo".
Colocó en medio de una gran sala un banco y, sobre él, dispuso un bellísimo jarrón de porcelana con una rosa roja. 

"Éste es el problema" , les dijo a los muchachos, dejándolos perplejos ante este extraño enigma.  Todos quedaron paralizados hasta que uno de ellos se levantó, miró al gran maestro y a sus compañeros y, con determinación, caminó hacia el florero y lo tiró al suelo de un empujón, haciéndolo añicos.
"Usted será el nuevo guardián del templo -le anunció el maestro-. No importa lo fascinantes y bellos que sean, los problemas tienen que ser resueltos. Pueden aparecer en forma de bello florero, de un amor que ya no tiene sentido o de la rutina que nos resistimos a abandonar porque nos resulta cómoda. Hay un peligro muy común: regodearnos con ellos, como si fuéramos los únicos que los sufren en el mundo. Pero sólo existe una forma de afrontar los problemas: atacarlos de frente".

viernes, 4 de julio de 2014

LA PARADOJA DE NUESTRO TIEMPO
Construimos casas cada vez más grandes... y familias más pequeñas. Compramos más... pero tenemos menos. Gastamos más... pero disfrutamos menos. Habitamos en edificios más altos... con vidas poco profundas. Vamos por autopistas más amplias... con mentes cada vez más estrechas. Tenemos más comodidades... pero vivimos más incómodos. Tenemos más conocimiento... pero menos sensatez. Más expertos... y menos soluciones. Más medicinas... y menos salud.
Son tiempos de comida rápida... y digestión lenta. De casas fantásticas... con hogares rotos. De enojarnos enseguida... pero de perdonar lentamente. De salir muy temprano... y llegar siempre tarde.
Levantamos la bandera de la igualdad... pero sostenemos la de los prejuicios. Tenemos la agenda llena de teléfonos de amigos... a los que nunca llamamos. Y los estantes de nuestra biblioteca repletos de libros... que jamás leeremos. Nos ganamos la vida... pero no sabemos cómo vivirla. Poseemos cada vez más cosas y desperdiciamos casi todas...