El árbol de Navidad evoca a una tradición que,
impulsada por las actuales tendencias de marketing, se ha consolidado
como un símbolo de festividad, de reunión entre amigos y familiares a
pocos días de finalizar el año.
Tal ha sido la magnitud del crecimiento que superó los
límites de la religión Católica que celebra el 25 de diciembre el
natalicio de Jesús, y no discrimina entre las distintas clases sociales.
A principios del mes de diciembre, casi un mes antes de la
Navidad, ya comienza a aparecer la imagen del triangulo verde con
esferas rojas haciendo alusión al mítico árbol verde con los adornos y
el espíritu navideño comienza a impregnar a toda la mayoría de la
sociedad.
En los hogares, empresas y espacios públicos se arman los
árboles de Navidad el día 8 de diciembre que coincide con el feriado
nacional por el Día de la Inmaculada Concepción de María.
Sin embargo, no existe una única explicación de qué significa el árbol de Navidad y de por qué se arma el 8D.
Hay varias leyendas sobre la costumbre de armar un árbol en
época de Navidad y su significado. Pero más claro está de porque la
tradición indica que se construye el 8 de diciembre y su razón está
basada en una decisión del papa Pío IX.
En una breves líneas, Diario Popular.com.ar repasa las leyendas más verosímiles:
Leyenda Nórdica
Una de ellas cuenta que cuando los primeros cristianos
llegaron al norte de Europa, descubrieron que esas comunidades
celebraban el nacimiento de Frey, dios del sol y la fertilidad,
adornando un árbol de roble, en la fecha próxima a la Navidad católica.
Este árbol, vinculado a celebraciones paganas, simbolizaba
al árbol del Universo, llamado Yggdrasil, en cuya copa se hallaba Asgard
(la morada de los dioses) y el Valhalla (el palacio de Odín; y en las
raíces más profundas estaba Helheim (el reino de los muertos).
Luego, con la evangelización de esos pueblos, los
cristianos tomaron la idea del árbol, para celebrar el nacimiento de
Cristo, pero cambiándole totalmente el significado. Se dice que San
Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó un
árbol que representaba al Yggdrasil (aunque también pudo ser un árbol
consagrado a Thor), y en su lugar plantó un pino, que por ser perenne,
simbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas.
Las manzanas simbolizaban el pecado original y las
tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo,
como luz del mundo. A medida que pasó el tiempo, las manzanas y las
luces, se transformaron en esferas y otros adornos como los actuales.
Además, las guirnaldas representan la unión de las familias y personas queridas alrededor de dones que se desean dar y recibir.
En la cosmovisión Católica, la forma triangular del árbol
representa a la Santísima Trinidad, que significa Dios Padre, Dios Hijo y
Dios Espíritu, las tres manifestaciones de Dios.
Leyenda de Lutero
La tradición cristiana tomó un simbolismo de las
comunidades Celtas, aunque con especies arbóreas propias. Martín Lutero,
uno de los padres de la reforma en el cristianismo, fue quien impuso
los árboles de Navidad, hacia el año 1.500, pero en vez de roble, de
pino.
La leyenda cuenta que Lutero, caminando de regreso a su
casa una noche de invierno, fue sorprendido por el brillo de las
estrellas entre los árboles.
Quiso entonces reproducir esa escena en su hogar, y colocó
un rama de árbol de pino en una habitación, y le instaló alambres en sus
ramas para sostener velas encendidas.
Leyenda del niño
Una leyenda europea dice que el árbol de Navidad tuvo su
origen una fría noche de invierno, cuando un niño buscó refugio en la
casa de un leñador y su esposa, que lo recibieron y le dieron de comer.
Durante la noche, el niño se convirtió en un ángel vestido
de oro: era el niño Dios. Para recompensar la bondad de los ancianos,
tomó una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que
cada año daría frutos. Aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de
plata.
Leyenda griega
Los griegos consagraban el pino a Dionisio, dios de la
fertilidad y del vino, a quien se lo representaba con una varilla, el
tirso, coronada con hojas de vid y de hiedras, terminada en forma de
piña, el fruto del pino.
La piña cerrada era para los romanos símbolo de virginidad y no por casualidad se la utiliza en las mesas navideñas.
El 8D, la decisión del papa Pío IX
El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, Pío
IX proclamó que María “por un privilegio único, fue preservada de la
mancha original desde el primer instante de su concepción”.
Ese dogma de fe establece eso, precisamente, que la madre
del hijo de Dios fue preservada del pecado original desde el primer
instante de su existencia.
De modo que la costumbre de relacionar uno y otro hecho, el
arbolito y su armado el Día de la Virgen, resulta ser una disposición
puramente azarosa, que se afianzó con el paso del tiempo.
El “primer Arbolito” en Argentina
La tradición de armar el árbol de Navidad el 8 de diciembre
es seguida por las familias argentinas desde hace cerca de 200 años. De
Gran Bretaña cruzó a los Estados Unidos, y de allí a América Latina.
En la Argentina se armó por primera vez en 1807, según
relata los diarios de esa época, en diciembre de ese año un irlandés,
que deseaba recordar las costumbres de su país, decoró un pino en una
plaza pública.
¿Cómo se decora un arbolito?
La forma de decorar los árboles varía en cada país, ya que
en los países nórdicos las esferas son sustituidas por ángeles y
duendes. En Japón, el árbol lleva en sus ramas muñecas, adornos de
papel, abanicos y sonajeros. En China, en lugar de pinos se utilizan
naranjos, símbolos de felicidad en esa cultura.
Uno de los árboles de Navidad más grandes del mundo está
instalado en el Rockefeller Center de Nueva York, al medir 26.8 metros
de altura, pesar 9 toneladas y tener más de 30 mil luces multicolores.
Sin embargo, en Mérida, Yucatán hace algunos años pusieron uno mayor,
con 37 metros de altura y más de 70 mil luces.
Los regalos…
La costumbre cristiana de colocar regalos a los pies del
árbol y abrirlos en Navidad, también proviene de los celtas, quienes una
vez producido el solsticio (21 de diciembre) se repartían entre las
antorchas como augurio de un pronto verano.
¿Y el Pesebre?
Ante el árbol como símbolo de la Navidad, queda más
relegado justamente el ícono que está más asociado a lo religioso como
es el Pesebre, donde se representa el lugar donde nació el niño Dios de
los católicos.
Esto provoca la protesta de la Iglesia que pide a los
fieles que no pierdan el significado de la Navidad, ya que si bien el
“árbol tiene que estar, también tiene que estar el pesebre. Las dos
cosas. El pesebre es signo del nacimiento del hijo de Dios, y el
arbolito, signo de vida. Ese árbol, que ahora está vivo, después será
leño para ser convertido en la cruz donde morirá Cristo”, explican.
Fuente: Diario Popular