martes, 23 de marzo de 2010

"La conciencia.


Desde chica, me gustó observar los distintos niveles de cada cosa. Cuando comencé a estar más despierta, me anonadó la vastedad de la existencia. Me sorprendió la miríada de puntos de vista para cada situación. Me entusiasmó la variedad de sistemas a mi disposición. Me abrumó la cantidad de aspectos que me habitaban.
¿Cuál elegir? Me decían que tenía que hacerlo. Ser de determinada manera. Estudiar determinada escuela. Trabajar de determinada forma. ¿Por qué? ¡Yo quería todo! Esto me hace acordar a mi madre, una escorpiana muy perspicaz, que un día me regaló un cerdito de vidrio con una moneda adentro. Como no entendía, me dijo: “es que vos querés la chancha y los veinte”.
Sí. Es cierto, mamá. Yo quiero todo… porque soy todo. Desde el Ego, soy los dos extremos de la dualidad más los grises incluidos: buena/mala, generosa/avara, humilde/soberbia, dulce/irascible, sumisa/rebelde, lo que sea. Para completarla, soy una cantidad de roles: hija, amiga, terapeuta, consumidora, alumna, etc. Además, soy un cuerpo, una mente, un alma, un espíritu. No conforme con esto, también soy humana y soy divina (viajera de unos cuantos lugares). ¿No será mucho??
El panorama se va expandiendo. Y de eso se trata. De expandirme. Soy un diamante con múltiples facetas. Cuantas más activo, más brillo. Soy un ser multidimensional. Soy un planeta.
¿Cuál es el problema entonces? Que, cuando no lo sabes, te fuerzas a elegir (muchas veces aquello que está en consonancia con las normas familiares y sociales, para encajar, para ser reconocido). Y proyectas algunos aspectos en otros. Y te haces mediocre. Y pierdes poder en manos de los demás. Y crees que esta vida es aburrida, pesada, repetitiva, dura.
¿Por qué? Porque estás atado a tu pasado y lo renuevas. Como si fuera una condena, una culpa, un castigo. Y no te digo cuando crees en la reencarnación. Porque entonces le sumas las vidas pasadas… y cartón lleno!
¿Por qué tanto miedo con soltar lo que fue? Has sido inducido a creer que eres una línea de tiempo, que incluye pasado, presente y futuro. Si sueltas una, ya no eres. Sin tu pasado, no eres. Sin tu memoria (sobre todo de lo que te han hecho), no eres.
Veamos. En la realidad, no hay tiempo. Todo es Ahora, el inconmensurable y multifacético Ahora. Por otro lado, cuando liberas tu pasado, lo que se van son tus ilusiones y apegos. No tus experiencias, tu sabiduría, tus aprendizajes, tus sentimientos.
Lo que haces es destrabar energía atrapada y empantanada para permitirle que fluya y se conecte alegremente por el mundo, creando nuevas experiencias. Ese temor infundado que tienes a mirar tus sombras y soltarlas te está impidiendo ver la luz deslumbrante que eres. No es poesía. O sí. La poesía de la verdad.
En este tiempo, La Tierra está también expandiéndose y transmutando. Todo se siente tan cambiante y fugaz. Quieres aferrarte a algo, en general a algo o alguien de afuera. Ya no será posible. Si no estás centrado en ti mismo, el afuera te arrastrará como una hoja en la tormenta.

¿Y quién eres? Siempre me ha sido muy difícil no sólo definirme sino también especificar lo que hago. Por eso, lo cubrí bajo el paraguas de “Integración Cuerpo-Mente-Espíritu”, pero nunca me contentó. La semana pasada, recibí la canalización de Adama de Geoffrey Hope (que también lo hacía con Tobías) y me sentí que, por fin, daba en el clavo.
Como habrás leído innumerables veces, no dejo de insistir con la Conciencia. La forma de evolucionar en la Vieja Energía era el sufrimiento. Ahora es la conciencia. Adama dice que “es hora de estar consciente de ti mismo como un Cuerpo de Conciencia. Ya no cuerpo, mente y espíritu; ya no humano, divino; ya no bueno o malo o luz u oscuridad o niño o niña. Ustedes son un Cuerpo de Conciencia, en el cual todos los componentes están integrados e interconectados”.
La conciencia no es conocimiento ni información ni memoria. Es darte cuenta, es saber, es sentir, es Presencia. Es llamar de regreso a los aspectos que has sacado afuera y completarte e integrarte. Es apreciar lo que eres, haces y tienes. Es aceptarte y amarte totalmente.

Abrazar la Vida
**grace**

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