sábado, 26 de marzo de 2011


Las cuerdas que están siempre tensas terminan desafinando. Los guerreros que están en continuo entrenamiento pierden espontaneidad en la lucha. Los caballos que siempre saltan obstáculos terminan rompiéndose una pata. Los arcos que son curvados todos los días ya no tiran sus flechas con la misma fuerza. Por eso, aunque no esté con ganas, el guerrero de la luz procura divertirse con las pequeñas cosas cotidianas.

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