
Cuántas veces cometemos la torpeza de permitir que los problemas con los demás, o sea, con nuestro prójimo, interfiera en nuestra relación con Dios. Mi relación con Dios siempre debe ser más importante que los problemas que he tenido con mis semejantes. Sabemos que necesitamos a Dios y sabemos muchas veces cómo encontrarlo, pero los malentendidos o desencuentros con ciertas personas nos afectan tanto, que desperdiciamos la oportunidad de gozar las bendiciones del Señor. ¿Por qué no invertimos las cosas y hacemos que la relación con Dios afecte nuestra relación con los demás? Usted podría argumentar: "No puedo hacerlo, no tengo fuerzas para sobreponerme, el problema ha sido demasiado grande El apóstol San Pablo dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, entonces no lo hacemos en nuestras fuerzas sino en Su amor. Establezca una buena relación con Dios, deje que su vida espiritual tome fuerza y luego se sorprenderá de su propio cambio de actitud hacia los demás, lo cual a su vez traerá un cambio de los demás hacia usted. "El idioma que todo el mundo entiende es el amor".
**grace**