Tenemos que "sembrar" para pretender recoger. Si deseamos que nos quieran,
empecemos por querernos a nosotros mismos para así poder sembrar amor y
cariño. Nuestra cosecha afectiva vendrá después, pero con una condición
importante. Nuestra siembra debe ser desinteresada, de corazón, con entrega
y ofreciéndosela a Dios.
**grace**
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