jueves, 17 de febrero de 2011

Muy interesante

Agosto de 1887: cinco de la tarde - Unos campesinos que se encontraban cultivando unas parcelas de tierra, en una población cercana a Barcelona llamada Banjos, vieron salir de una de las grutas de la montaña a una niña y un niño de pigmentación verdosa, vistiendo ropas de un extraño tejido. Hablaban en un idioma desconocido para los sorprendidos campesinos y su aspecto más bien ofrecía un crisol de razas, pues sus rasgos faciales eran semejantes a los de la raza negra, pero sus ojos celestes eran rasgados como la raza oriental.
Especialistas llegados desde Barcelona intentaron sin éxito identificar de qué idioma se trataba. Tras ser entregados en custodia a un juez local llamado Ricardo de Calno; médicos y químicos, procedentes de la capital catalana, se dirigieron al pequeño pueblo para estudiar el caso y pronto pudieron comprobar que la constitución orgánica de las extrañas criaturas era diferente a la humana. Carecían de páncreas y poseían un solo pulmón, aunque algo mayor en tamaño que el del cuerpo humano. Del estudio químico de la constitución de la piel se descubrió la existencia de fibras desconocidas en la Tierra. A pesar de intentar alimentarlos con toda clase de alimentos, rehusaron comer, especialmente proteínas, hasta que cedieron ante un plato de “judías verdes y guisantes”.
El niño, de menor fuerza física, fue debilitándose hasta que falleció; y la niña sobrevivió durante algunos años trabajando como sirvienta en casa del juez.
Con el tiempo desapareció el color verde de su piel y tras aprender a hablar español fue capaz de describir el lugar de dónde procedía y cómo había llegado hasta allí. Aseguró que su “mundo” pertenecía al subsuelo y en ese mundo, los seres que allí habitaban, disponían de esferas luminosas artificiales para alumbrarse y ayudar al crecimiento de las plantas. Dos días antes de haber sido encontrados a la salida de una gruta, se produjo un maremoto que inundó su territorio. Los dos pequeños seres pudieron escapar por una cueva cercana al río desbordado, saliendo por ella al exterior.
Silvia Velando

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