miércoles, 20 de abril de 2011


El amor a sí mismo es un decreto natural que Dios puso en tu
corazón. Mas cuando te vuelves ególatra, alteras tu plan divino,
pues desoyes el mandamiento máximo: “Ama a tu prójimo en la
misma medida en que te amas a ti mismo”. El desamor que te
tengas causa todo el desajuste mental y emocional que afecta a
los que te rodean y puede provocar graves desórdenes sociales.
Como dijo el filósofo Séneca:
“Cuando eres amigo de ti mismo, también lo eres de todo el mundo”.

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