lunes, 8 de agosto de 2011


AMOR Y DEPENDENCIA EMOCIONAL
En la dependencia emocional la fase de enamoramiento se confunde con la desestabilización cotidiana: el tiempo acrecienta emociones de amenaza (temor constante a la pérdida), aumento de la obsesividad, comportamientos de control excesivos, necesidad constante del otro. Esto suele entenderse como un despliegue amoroso y trágico (como el que los griegos asignaban al “eros”), es decir, el torbellino de una pasión inextinguible. La obsesividad, disminución de nuestra serotonina, no se acompaña de la gratificación y desarrollo personal que pondera al amor por sobre otros vínculos.

El enamoramiento como “fase” del amor, conduce a un vínculo relajado de afecto y compromiso. Estará en cada pareja la posibilidad de renovar a diario la pasión, pero la química cerebral, lejos está de la magia o el fechazo de cupido. El proceso de consolidación de un vínculo amoroso, también genera cambios en el organismo. La naturaleza ha determinado que la fase de enamoramiento sea la iniciación, y no la permanencia, de cambios químicos que siguen a otros conducentes a la relajación. Esta salvedad es la nos permite comprender por qué en las relaciones patológicas no se arriba a la “ tranquilidad” y “mutuo compromiso”; no se alcanza la “fase de permanencia” que se explica en el siguiente video. Hay una oscilación constante entre el impacto del enamoramiento y el miedo a la ruptura, el sistema nervioso no es ajeno a estas emociones turbulentas que son las que predisponen afecciones anímicas.

LA PAREJA DEL DEPENDIENTE EMOCIONAL
No resulta sencillo que los pacientes con esta problemática acepten las características de personalidad de su pareja. Es frecuente que se culpen de las reacciones hostiles que reciben, dando lugar a inversiones constantes de la responsabilidad respecto del malestar. Asimismo, demandan aquello no les es dado espontáneamente y que refiere a las bases de un vínculo estable (atención, afecto, cuidado); los dependientes suelen entregar estos componentes de manera maximizada, por eso también estos vínculos carecen de simetría.

DEPENDENCIA SEXUAL Y EMOCIONAL
Nos encontramos con personalidades aparentemente “fuertes” en otras esferas, pero absolutamente vulnerables respecto de los avatares del vínculo amoroso, al punto de tolerar muchas veces infidelidades -o vivir con sospechas- que llevan a conductas controladoras y demandantes (lo cual aumenta la comunicación negativa y fija comportamientos recurrentes donde se pretende “chequear” el compromiso/amor del otro). Es destacable, que la dependencia, si fuera sexual, tendría otras características.

En los vínculos amorosos hay un cierto grado de dependencia emocional que por supuesto es completamente normal y saludable; es más, es el componente imprescindible para que las parejas funcionen. La diferencia entre la dependencia emocional patológica y la "normal" es únicamente de grado, es cuantitativa y no cualitativa. Dicho de otra forma, todos somos (o la mayoría) un poco dependientes emocionales, pero en un grado no patológico. De igual forma, puede existir gente un poco desconfiada sin necesidad de ser paranoide. La dependencia emocional como tal tiene un trasfondo patológico que implica sumisión, desequilibrio, autoanulación que puede implicar riesgo vital, aversión a la soledad, baja autoestima, etc.” . En la dependencia “normal” los miembros de la pareja potencian su desarrollo invidivual, la emocionalidad que sostiene la relación es positiva, aún cuando –como en cualquier relación- puedan existir conflictos pasajeros.

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