Caminaba
con mi padre, cuando se detuvo en una curva y después de un pequeño
silencio, me preguntó: "¿Oyes algo más que el cantar de los pájaros?".
Agudicé mis oídos y algunos segundos después, le respondí: "Sí, es el
ruido de una carreta". "Eso es" -dijo mi padre- "Es una carreta
vacía". Entonces le pregunté a mi padre: "¿Cómo sabes que es una carreta
vacía, si aún no la vemos?". Y mi padre respondió: "Es muy fácil saber
cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía
esté, mayor es el ruido que hace".
Me convertí en adulto y, hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, o veo a aquellos que no pueden estar sin el estímulo de un televisor o de parlantes que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oír la voz de mi padre, diciendo: "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"
Me convertí en adulto y, hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, o veo a aquellos que no pueden estar sin el estímulo de un televisor o de parlantes que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oír la voz de mi padre, diciendo: "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"
No hay comentarios:
Publicar un comentario