jueves, 23 de octubre de 2014

UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN: El alma y las 4 esposas del rey (Anónimo)




Había una vez un rey que tenía cuatro esposas.  Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás.  La adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas.  Sólo le daba lo mejor.
El rey también amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos.  Sin embargo, temía que algún día ella se fuese con otro.
También amaba a su segunda esposa.  Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él.  Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.
La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca.  Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y, aunque ella le amaba profundamente, apenas se fijaba en ella.

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta que le quedaba poco tiempo.  Reflexionó acerca de su vida de lujo y pensó: "Ahora tengo cuatro esposas a mi lado, pero cuando muera... ¡estaré solo!".  Así que le preguntó a su cuarta esposa: "Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero.  Ahora que estoy muriendo... ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?".  "¡Ni pensarlo!", contestó la cuarta esposa y se alejó sin decir más palabras.  Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo afilado.
El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa: "Te he amado toda mi vida.  Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?".  "¡No!", contestó su tercera esposa.  "¡La vida es demasiado buena! Cuando mueras, pienso volver a casarme".  El corazón del rey experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.
Entonces, preguntó a su segunda esposa:  "Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado para mí.  Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?".  La esposa contestó: "Lo siento, no puedo ayudarte esta vez.  Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte".  Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.
Entonces, escuchó una voz: "Me iré contigo y te seguiré donde sea que tú vayas".  El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa, tan delgaducha, pues sufría de desnutrición...  Profundamente afectado, el monarca dijo: "¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!".

En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.  Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo.  No importa cuánto tiempo y esfuerzo empleamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando nos muramos.
Nuestra tercera esposa es nuestras posesiones, condición social y riqueza.  Cuando muramos, irán a parar a otros.
Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos.  No importa cuánto nos hayan sido de apoyo aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.
Y nuestra primera esposa es el alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego.  Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará donde quiera que vayamos.
Así que... ¡cultívala, fortalécela y cuídala ahora!  Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo.  ¡Déjala brillar!

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